Europa después de la guerra
a Segunda Guerra Mundial marca una brecha en la continuidad de la historia del cine. Las industrias cinematográficas de cada país reconvierten sus producciones para apoyar la causa de su nación en guerra.
Aumenta la realización de documentales y cine informativo, sobre todo en el cine alemán, pero también, se utilizan las historias de ficción como vehículo de transmisión de las ideas que cada país defendía.
Una vez terminada la guerra , Europa se reconstruye y la posguerra se dejará sentir en la forma de hacer películas. Es una época de transición en la que directores muy jóvenes, en su mayoría surgidos del campo de la crítica cinematográfica, desean hacer frente al cine convencional y clásico. Para eso a lo largo de la década reclaman libertad de acción y creación y ayudas para financiar sus proyectos, y darán origen a unos movimientos con proyección cultural y política que fueron conocidos como la Nouvelle vague (Francia), el Free cinema (Reino Unido), el Neorrealismo italiano y el Nuevo cine alemán, entre otros:
NOUVELLE VAGUE: El cine francés continuó dominando el mercado mundial del cine artístico en las décadas de los años 1950 y 1960, produciendo cineastas muy independientes que experimentaron diversos modos de expresión. Junto con una producción en la que intervienen los directores como Jean Renoir (La carroza de oro, 1952), René Clair (La belleza del diablo,1950) se encuentran excepciones como la de René Clément, con su singular Juegos prohibidos (1952), Henry-George Clouzot con la sorprendente El salario del miedo (1956), la originalidad y trascendencia del trabajo de Jacques Tati, maestro del humor inteligente y crítico como lo demostró en La vacaciones de Monsieur Hulot (1951) y Mi tío (1958), y el singular trabajo de Robert Bresson que busca una ruptura en las formas a través de Diario de un cura rural (1950) y Un condenado a muerte se ha escapado (1956). En 1958 irrumpen los directores de la llamada Nouvelle vague que marcará los nuevos itinerarios para el cine posterior. François Truffaut (Los cuatrocientos golpes, 1959; Fahrenheit 451, 1966). Jean-Luc Godard (Al final de la escapada, 1959), Claude Chabrol, Louis Malle, Eric Rohmer, Alain Resnais (Hiroshima, mon ameur, 1959) son algunos de los nombres más célebres.
A pesar de que el cine francés manejaba planteamientos lejanos a los hollywoodenses, tampoco pudo escapar de la enorme influencia que ejercieron los grandes estudios durante los años 40 en el resto de Europa. Así, la Nouvelle vague se inspiró también en el cine comercial estadounidense, pero siempre desde la perspectiva europea.
A pesar de las grandes diferencias que a veces había entre ellos, lo que unió a todos fue la reivindicación del cine como lenguaje autónomo y el anteponer siempre la libertad creadora a toda exigencia comercial. Partiendo de su identificación como grupo, se unieron en la revista Cahiers du Cinéma, desde la que expusieron su teoría de quién es el verdadero autor: en el cine es solamente el director, cuya personalidad queda grabada en la película a pesar de las presiones de los estudios o las influencias exteriores de cualquier otro tipo.
En los años setenta los cineastas de la Nouvelle vague siguen dando muestras de talento, como Truffaut con La noche americana (1974); Louis Malle, que en Lacombe Lucien (1974) hace un impecable análisis de la Francia pronazi; Chabrol indaga en el género policíaco con El carnicero (1970). Godard provocó un escándalo con Yo te saludo, María (1985).
FREE CINEMA BRITÁNICO: Si bien el cine británico mantiene las líneas creativas de los 40 con superproducciones como Lawrence de Arabia (1962) o películas de terror como La maldición de Frankestein de 1957 y Drácula de 1958; al igual que en Francia los jóvenes cineastas de Gran Bretaña sentían en deseo de renovación y vuelta a la realidad. Querían mostrar la vida sin glamour ni grandes temas, buscando esa verdad en la gente de la calle.
Los cineastas del Free cinema estaban más próximos a la realidad y reivindicaban cambios sociales concretos; rechazaban el conformismo y la hipocresía de la tradición monárquica inglesa.
NEORREALISMO ITALIANO: El cine italiano renace a finales de los años 40. Gracias a la aparición del Neorrealismo logró captar la atención mundial y dio a conocer al público a varios de los directores principales de Italia.
El Neorrealismo italiano recibe influencias de las cinematografías de distintos países: las ideas del cine-ojo de Dziga Vertov, las imágenes naturalistas de Renoir y el realismo negro francés. Todas estas influencias confluyen en un cine de realismo intenso, rodado en escenarios naturales y con actores no profesionales, uniendo el documental y la ficción para mostrar los problemas de la sociedad. Este movimiento se inició con Roma, ciudad abierta (1945) de Roberto Rossellini, principal artífice del movimiento junto con Vittorio de Sica, Luchino Visconti y Giuseppe de Santis.
La guerra y la situación dejada por ella eran algunos de los temas recurrentes. Vittorio de Sica retrató la miseria y el desarraigo social en la posguerra italiana en Ladrón de bicicletas (1948), rodada por entero en las calles de Milán, que reflejaba la dura realidad de la posguerra italiana. Visconti, autor de obras como Rocco y sus hermanos, partía de unos planteamientos más estéticos introduciendo un aliento poético en la realidad.
En la década de los cincuenta el Neorrealismo fue perdiendo fuerza. El cine italiano, más amable y vital, fue derivando hacia la comedia social. No obstante, la tradición neorrealista siguió conservándose en autores como Pier Paolo Pasolini con El evangelio según San Mateo (1964), mientras que Federico Fellini, que había participado en los inicios del movimiento, le dio un estilo más poético, como muestran La dolce vita (1960) u Ocho y medio (1963). También uno de los más polémicos directores de la década de 1960, Michelangelo Antonioni, emergió del movimiento neorrealista.
En los años setenta el cine italiano cambió hacia un constante debate sobre la situación política. El cineasta más influyente de este período fue Bernardo Bertolucci, autor Novecento (1976). Los viejos cineastas que comenzaron con el Neorrealismo cambiaron sus planteamientos estéticos. El toque lírico de Visconti lo encontramos en Muerte en Venecia (1971). El peculiar universo de Fellini, entre lo fantástico y lo onírico, lo vemos en Roma (1972) y Amarcord (1973).
NUEVO CINE ALEMÁN: Algún tiempo después del surgimiento de la Nouvelle Vague, en 1962 en Alemania un grupo de cineastas jóvenes firmaron el Manifiesto de Oberhausen y que compartían un punto de vista crítico sobre la sociedad de su tiempo, rechazando de plano el complaciente materialismo burgués. Algunos de los nombres más destacables fuerin Volker Schlöndorff y Werner Herzog. Durante los años 70 y 80 merece la pena destacar a Wim Wenders, y a Rainer Werner Fassbinder, que llevó el cine alemán al nivel de los mejores cines europeos.
Otras cinematografías del mundo: Entre los países que se destacan se encuentran Japón e India. El cine de estos países se desarrolló en un camino más alejado e independiente al cine europeo y norteamericano.
Recién a partir de los años 50 Occidente se percata de la existencia del cine de Oriente. En 1951, la película Rashomon de Akira Kurosawa ganó el premio del Festival de Cine de Venecia dando a conocer el potente cine de su país al público occidental, después de años en que maestros japoneses del cine, como Yasujiro Ozu, hubieran sido la fuente de inspiración para los cineastas occidentales. En varia ocasiones el cine norteamericano llega a plagiar obras del cine japonés como sucede con Los siete samuráis de 1954, del mismo Kurosawa, de la que los estadounidenses hacen Los siete magníficos de John Sturges, seis años después. Hoy en día el cine japonés es una de las fuentes mas influyentes de inspiración para el cine de Estados Unidos.
Por su parte, India, a partir de la incorporación del sonido, se inclina a las películas rodadas en su mismo idioma y que contienen historias en las que se sienten identificados. En estos días, India es una de los países en el mundo con mayor producción cinematográfica, adaptando grandes superproducciones comerciales de todo el mundo, a sus versiones hindúes.
Aumenta la realización de documentales y cine informativo, sobre todo en el cine alemán, pero también, se utilizan las historias de ficción como vehículo de transmisión de las ideas que cada país defendía.
Una vez terminada la guerra , Europa se reconstruye y la posguerra se dejará sentir en la forma de hacer películas. Es una época de transición en la que directores muy jóvenes, en su mayoría surgidos del campo de la crítica cinematográfica, desean hacer frente al cine convencional y clásico. Para eso a lo largo de la década reclaman libertad de acción y creación y ayudas para financiar sus proyectos, y darán origen a unos movimientos con proyección cultural y política que fueron conocidos como la Nouvelle vague (Francia), el Free cinema (Reino Unido), el Neorrealismo italiano y el Nuevo cine alemán, entre otros:
NOUVELLE VAGUE: El cine francés continuó dominando el mercado mundial del cine artístico en las décadas de los años 1950 y 1960, produciendo cineastas muy independientes que experimentaron diversos modos de expresión. Junto con una producción en la que intervienen los directores como Jean Renoir (La carroza de oro, 1952), René Clair (La belleza del diablo,1950) se encuentran excepciones como la de René Clément, con su singular Juegos prohibidos (1952), Henry-George Clouzot con la sorprendente El salario del miedo (1956), la originalidad y trascendencia del trabajo de Jacques Tati, maestro del humor inteligente y crítico como lo demostró en La vacaciones de Monsieur Hulot (1951) y Mi tío (1958), y el singular trabajo de Robert Bresson que busca una ruptura en las formas a través de Diario de un cura rural (1950) y Un condenado a muerte se ha escapado (1956). En 1958 irrumpen los directores de la llamada Nouvelle vague que marcará los nuevos itinerarios para el cine posterior. François Truffaut (Los cuatrocientos golpes, 1959; Fahrenheit 451, 1966). Jean-Luc Godard (Al final de la escapada, 1959), Claude Chabrol, Louis Malle, Eric Rohmer, Alain Resnais (Hiroshima, mon ameur, 1959) son algunos de los nombres más célebres.
A pesar de que el cine francés manejaba planteamientos lejanos a los hollywoodenses, tampoco pudo escapar de la enorme influencia que ejercieron los grandes estudios durante los años 40 en el resto de Europa. Así, la Nouvelle vague se inspiró también en el cine comercial estadounidense, pero siempre desde la perspectiva europea.
A pesar de las grandes diferencias que a veces había entre ellos, lo que unió a todos fue la reivindicación del cine como lenguaje autónomo y el anteponer siempre la libertad creadora a toda exigencia comercial. Partiendo de su identificación como grupo, se unieron en la revista Cahiers du Cinéma, desde la que expusieron su teoría de quién es el verdadero autor: en el cine es solamente el director, cuya personalidad queda grabada en la película a pesar de las presiones de los estudios o las influencias exteriores de cualquier otro tipo.
En los años setenta los cineastas de la Nouvelle vague siguen dando muestras de talento, como Truffaut con La noche americana (1974); Louis Malle, que en Lacombe Lucien (1974) hace un impecable análisis de la Francia pronazi; Chabrol indaga en el género policíaco con El carnicero (1970). Godard provocó un escándalo con Yo te saludo, María (1985).
FREE CINEMA BRITÁNICO: Si bien el cine británico mantiene las líneas creativas de los 40 con superproducciones como Lawrence de Arabia (1962) o películas de terror como La maldición de Frankestein de 1957 y Drácula de 1958; al igual que en Francia los jóvenes cineastas de Gran Bretaña sentían en deseo de renovación y vuelta a la realidad. Querían mostrar la vida sin glamour ni grandes temas, buscando esa verdad en la gente de la calle.
Los cineastas del Free cinema estaban más próximos a la realidad y reivindicaban cambios sociales concretos; rechazaban el conformismo y la hipocresía de la tradición monárquica inglesa.
NEORREALISMO ITALIANO: El cine italiano renace a finales de los años 40. Gracias a la aparición del Neorrealismo logró captar la atención mundial y dio a conocer al público a varios de los directores principales de Italia.
El Neorrealismo italiano recibe influencias de las cinematografías de distintos países: las ideas del cine-ojo de Dziga Vertov, las imágenes naturalistas de Renoir y el realismo negro francés. Todas estas influencias confluyen en un cine de realismo intenso, rodado en escenarios naturales y con actores no profesionales, uniendo el documental y la ficción para mostrar los problemas de la sociedad. Este movimiento se inició con Roma, ciudad abierta (1945) de Roberto Rossellini, principal artífice del movimiento junto con Vittorio de Sica, Luchino Visconti y Giuseppe de Santis.
La guerra y la situación dejada por ella eran algunos de los temas recurrentes. Vittorio de Sica retrató la miseria y el desarraigo social en la posguerra italiana en Ladrón de bicicletas (1948), rodada por entero en las calles de Milán, que reflejaba la dura realidad de la posguerra italiana. Visconti, autor de obras como Rocco y sus hermanos, partía de unos planteamientos más estéticos introduciendo un aliento poético en la realidad.
En la década de los cincuenta el Neorrealismo fue perdiendo fuerza. El cine italiano, más amable y vital, fue derivando hacia la comedia social. No obstante, la tradición neorrealista siguió conservándose en autores como Pier Paolo Pasolini con El evangelio según San Mateo (1964), mientras que Federico Fellini, que había participado en los inicios del movimiento, le dio un estilo más poético, como muestran La dolce vita (1960) u Ocho y medio (1963). También uno de los más polémicos directores de la década de 1960, Michelangelo Antonioni, emergió del movimiento neorrealista.
En los años setenta el cine italiano cambió hacia un constante debate sobre la situación política. El cineasta más influyente de este período fue Bernardo Bertolucci, autor Novecento (1976). Los viejos cineastas que comenzaron con el Neorrealismo cambiaron sus planteamientos estéticos. El toque lírico de Visconti lo encontramos en Muerte en Venecia (1971). El peculiar universo de Fellini, entre lo fantástico y lo onírico, lo vemos en Roma (1972) y Amarcord (1973).
NUEVO CINE ALEMÁN: Algún tiempo después del surgimiento de la Nouvelle Vague, en 1962 en Alemania un grupo de cineastas jóvenes firmaron el Manifiesto de Oberhausen y que compartían un punto de vista crítico sobre la sociedad de su tiempo, rechazando de plano el complaciente materialismo burgués. Algunos de los nombres más destacables fuerin Volker Schlöndorff y Werner Herzog. Durante los años 70 y 80 merece la pena destacar a Wim Wenders, y a Rainer Werner Fassbinder, que llevó el cine alemán al nivel de los mejores cines europeos.
Otras cinematografías del mundo: Entre los países que se destacan se encuentran Japón e India. El cine de estos países se desarrolló en un camino más alejado e independiente al cine europeo y norteamericano.
Recién a partir de los años 50 Occidente se percata de la existencia del cine de Oriente. En 1951, la película Rashomon de Akira Kurosawa ganó el premio del Festival de Cine de Venecia dando a conocer el potente cine de su país al público occidental, después de años en que maestros japoneses del cine, como Yasujiro Ozu, hubieran sido la fuente de inspiración para los cineastas occidentales. En varia ocasiones el cine norteamericano llega a plagiar obras del cine japonés como sucede con Los siete samuráis de 1954, del mismo Kurosawa, de la que los estadounidenses hacen Los siete magníficos de John Sturges, seis años después. Hoy en día el cine japonés es una de las fuentes mas influyentes de inspiración para el cine de Estados Unidos.
Por su parte, India, a partir de la incorporación del sonido, se inclina a las películas rodadas en su mismo idioma y que contienen historias en las que se sienten identificados. En estos días, India es una de los países en el mundo con mayor producción cinematográfica, adaptando grandes superproducciones comerciales de todo el mundo, a sus versiones hindúes.